El Evangelio del domingo.

El Evangelio del domingo
Solemnidad del Corpus Christi
Domingo 10 de junio de 2012

Evangelio según san Lucas 9, 11b-17

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle:
- «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó: - «Dadles vosotros de comer.»
Ellos replicaron: - «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: - «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Comentario:

El pasado domingo la liturgia nos ponía ante la grandeza del misterio de la Santísima Trinidad al que hemos sido incorporados por el Bautismo. ¡Insertados en la vida del Hijo, y por la acción del Espíritu Santo hemos sido hechos hijos de Dios!
Ahora se trata de desarrollar el don de la filiación divina, ¿cómo podemos hacerlo?: “Por nuestro Señor Jesucristo…”, al que nos adherimos por la Eucaristía: “el que come mi carne tiene mi vida en él, nos ha enseñado. Desde él podemos vivir la nueva vida divina que habita en quien le acepta.
Se nos narra en el Evangelio la multiplicación de los panes y de los peces, preludio del anuncio de la institución de la Eucaristía que iba a tener lugar en la última Cena. El Evangelio de hoy nos dice: “Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente”. Encontramos de nuevo a Jesús con la preocupación constante por los hombres en sus necesidades espirituales y corporales, nada de lo humano le es indiferente. Siempre busca el bien de quienes le siguen.
De lo poco y desproporcionado que le pueden ofrecer los que le siguen para resolver las situación saca lo que la remediará, el añade lo que falta y se produce el milagro. Aunque pensemos que no podemos dar nada que valga la pena para solucionar nuestras carencias y las de los demás, si le damos lo que nos pide se producirán cosas portentosas. ¿No relacionamos esto con la gota de agua que representa nuestra ofrenda que mezclada con el vino en el ofertorio, que será consagrado en la Santa Misa para transformar también la existencia de quien participa en este Sacramento admirable?
El pan que Jesús ha multiplicado es puesto en manos de los discípulos para que lo lleven y repartan a los demás. Es una nueva llamada que nos hace el Señor a llevar su vida a las personas que Él mismo nos encomienda. El Pan recibido –con el discernimiento y preparación que requiere para ser reconocido y agradecido- que nos transforma en otros cristos alimentará la fe, la esperanza y la caridad propia y de los demás.
Corpus Christi, hoy celebramos la presencia de Jesús en  las especies sacramentales conservadas en el Sagrario: “Dios está aquí”. Desde el Sagrario nos llama para que le amemos, le hablemos, lo alabemos, le demos gracias…
Hoy podemos preguntarnos como buscamos y tratamos a Jesús en el Sagrario. ¿Es el primer polo de atracción del templo al que nos acercamos? ¿Respetamos la oración a Jesús en el Sagrario de quienes se le han acercado? ¿Llevamos a nuestros familiares, amigos… ante el Señor que les espera?...
Y no dudemos de que además de los ángeles que cortejan a Jesús en el Sagrario, allí nos encontraremos también con la Virgen que siempre le acompaña allá donde está.

Manuel Gordillo Cañas
Párroco de San Roque – Sevilla